Al igual que
la escultura, los romanos también heredaron de los griegos el mosaico cuya
técnica llevaron a su máximo esplendor durante el reinado de Adriano. Los
utilizaban, sobre todo, para la decoración de las casas o de otros espacios
arquitectónicos.
El mosaico es
una técnica artística mediante la cual se crean representaciones de diversa
temática utilizando pequeñas piedras o vidrios (denominados teselas) de
diferentes colores. Aunque tiene una mayor perdurabilidad que la pintura, su
limitación técnica hace que los dibujos tengan una perspectiva muy forzada.
Sobre grandes
superficies planas los romanos utilizaban varios tipos de técnicas:
- OPUS SIGNINUM. Es aquel mosaico cuyas teselas forman una decoración geométrica. Su nombre viene dado por la ciudad de Signia en Italia.
- OPUS SECTILE. En estos mosaicos las teselas no tienen un tamaño pequeño, sino que son piedras marmóreas de mediano tamaño (regulares o irregulares) que se superponen para formar el dibujo.
- OPUS TESSELLATUM. Pequeñas teselas cúbicas de vidrio, cerámica, rocas calcáreas… permitían un tipo de trabajo mucho más preciso y meticuloso, pero se empleaban para motivos ornamentales no figurados.
- OPUS VERMICULATUM. Su nombre viene dado por la palabra latina vermis, que significa ‘gusano’. Los mosaicos de esta técnica están formados por unas teselas de tamaño más pequeño aún que el opus tessellatum, con lo que consiguen una obra de formas onduladas (que recuerdan a un gusano) y un dibujo minucioso de gran sentido pictórico. Le permite al autor mucha más precisión en los contornos de las figuras. Es muy frecuente ver las dos técnicas combinadas: el vermiculatum para los contornos y el tessellatum para el relleno.